lunes, 27 de diciembre de 2010

"Narración de Arthur Gordon Pym" de Edgar A. Poe


(Reseña previamente publicada en Melibro)

Antes que nada, quisiera hacer un breve comentario de cómo llegué a leer esta obra. En mi club de lectura se eligió, hace unos meses, “En las montañas de la locura” como obra a debatir. Y fue entonces cuando descubrí que la novela de Lovecraft se construyó como un “homenaje” al relato de Poe. Esto despertó mi interés por comparar ambos libros, dándome una razón para atacar por fin el ejemplar que guardaba en mi biblioteca (fruto de la “liberación de espacio” de un amigo).

Dicho esto, quienes hayan leído la novela de Lovecraft pueden imaginar el tipo de historia que esperaba afrontar. Sin embargo, la una no deja de ser un relato cthulhuliano muy extendido, mientras que Poe navega (nunca mejor dicho) por las aventuras y desventuras marítimas con mayor éxito.


Dejando de lado las comparaciones (difíciles de eludir, en cualquier caso), “Narración de Arthur Gordon Pym” me ha transportado a mi etapa más joven como lector; cuando devoraba a Verne, Salgari y hasta las novelas de vaqueros de Estefanía. Al igual que entonces he pasado página tras página, sufriendo por los infortunios del protagonista. Aguardando al momento en que, con todo perdido, lograría salvarse.

En ese sentido, el viaje que sirve de trama para el relato es un catálogo de los desastres marítimos que acechaban a cualquiera que se embarcase durante el siglo XIX: motines, naufragios, barcos a la deriva, canibalismo de supervivencia, ataques de “tribus salvajes”, y todo un compendio de desdichas capaces de acabar con el ánimo de cualquiera dispuesto a poner el pie en una cubierta. Y cada una de ellas, además, inspiradas por hechos reales (el hundimiento del “Medusa” inmortalizado por el cuadro Gericault, entre otros).

El planteamiento inicial de la novela es original: la historia que se nos va a narrar es la experiencia verídica del Arthur Gordon Pym que le da título, un joven de familia burguesa cuyo sueño de recorrer los mares se tornará en horrorosa pesadilla. Poe pasa a ser “sólo” el que convierta sus vivencias en un texto literario, manteniendo siempre un tono de “testimonio biográfico” que eleva el tono del sufrimiento y la angustia del lector.

Resumir la trama no supone mucho problema: Arthur es un estudiante adolescente que traba amistad con Augustus, el hijo de un capitán de barcos mercantes. Esta relación le pondrá en contacto con los relatos de aventuras en el mar y, a pesar de un incidente cuasi mortal y la oposición frontal de su familia, acabará por planear junto a Augustus el embarque clandestino en un navío.

Con esta simple travesura, la vida de Arthur se verá inmersa en una espiral de desdichas a cual peor. Su experiencia como polizón le pondrá al borde de la muerte por inanición, de la cual escapará sólo para descubrir que la tripulación se ha amotinado; masacrando al capitán y a gran parte de la marinería en el proceso. Aliado con Augustus y un mestizo llamado Peters irán saltando de la sartén al fuego en sucesivas calamidades (galernas, viajes sin rumbo, encuentros con barcos fantasma…) que, como ya he dicho, no olvidan ninguno de los desastres propios de la navegación, aderezados además con explicaciones “para profanos” por parte del narrador.

Manteniendo la primera persona en esa narración de padecimientos físicos y mentales del protagonista, sin escatimar en detalles truculentos, Poe sostiene la intensidad del relato en un nivel muy elevado, que sólo abandona temporalmente con el rescate de los náufragos. En este punto, la trama deriva hacia los viajes de exploración del Polo Sur (muy de actualidad en la época), y con ello a los elementos de mayor fantasía del conjunto. Esta parte se convierte así en la más próxima a su “heredera” lovecraftiana, presentando entre otros fenómenos de dudosa verosimilitud una imposible cultura aborigen en las proximidades del Polo, de cuyas crueles tretas acabaran siendo víctimas. La novela deriva así hacia un final cuasi onírico, interrumpido de forma abrupta para crear lo que, según la opinión de algunos teóricos, puede considerarse el primer final abierto de la literatura. ¿Qué es esa amenazadora figura entrevista a través de la misteriosa niebla en el último párrafo? Nunca lo sabremos. A lo más que podemos aspirar es a elucubrar sobre seres surgidos de tiempos remotos, tal y como hizo Lovecraft.

Quizás ahora que el terror y las historias de supervivientes se han instalado en la temática de los best-sellers, no estaría de más acercarse a un clásico con muchos méritos para proporcionar una gran satisfacción al lector. En mi opinión, no quedará defraudado.


jueves, 16 de diciembre de 2010

Lo legal y lo invisible


En este "inpass" de espera, mientras aguardo a que alguna editorial demuestre un mínimo interés por mi último proyecto, la administración ha llamado a mi puerta para completar uno de los últimos requisitos de la "legalidad literaria".

Lo cierto es que al recibir la notificación de correos para ir a recoger una carta de la Comunidad de Madrid pensé un muchas cosas, y ninguna era buena. En esta ciudad, cada sobre con el sello de la comunidad suele traer incorporada la obligación de abonar dinero. Así que, al abrir la carta y comprobar de qué se trataba, me he llevado una alegría.

La notificación del Registro de la Propiedad Intelectual técnicamente ya no era necesaria, pues pasados seis meses (sin una respuesta negativa) se considera que la obra ha sido "aprobada" y te son reconocidos los derechos de autoría sobre la misma. Sin embargo, yo me siento más seguro con la Resolución en la mano. No es que me pueda sentir más "propietario" de la novela, después de los meses que he dedicado a la escritura y reescritura del manuscrito, pero sí "protegido".

Ahora sólo espero que alguna de las propuestas editoriales enviadas surta efecto y obtenga respuesta. Los que escribís y leéis este blog ya sabéis la clase de angustia por la que se pasa al esperar a que alguien "valore" tu trabajo y decida darle una oportunidad...

lunes, 13 de diciembre de 2010

"Gladiator" de Philip Wylie


(Reseña previamente publicada en Melibro)

La contraportada de este libro hace hincapié en la influencia que tuvo sobre uno de los iconos más populares del siglo XX: Superman. Mal que les pese a Siegel y Shuster, un gran número de estudiosos del fenómeno de los superhéroes afirman la ascendencia, más o menos evidente, de la novela de Wylie sobre el conocido hijo de Krypton.

Personalmente, fue este interés por comprobar cuáles eran las semejanzas entre ambos personajes lo que me llevó a leer el libro. Y aunque el parecido resulta “evidente” (sobre todo respecto al Superman original de 1938), lo es en el entorno de lo puramente físico. Los poderes de Kal-El y Hugo Danner son equiparables, sí. Pero el protagonista de Gladiator está marcado por un perfil psicológico y unos avatares que lo sitúan en las antípodas del Héroe de Acero.

Sobre el autor, nada más decir que probablemente sea uno de esos escritores de los que muy pocos sabemos nada y aún habremos leído menos. Pero el número de obras sobre las que puede reclamar la paternidad Wylie es realmente extenso, e incluso cabe decir que presumir, pues Doc Savage y Flash Gordon también han de confesar una gran deuda de parte de otros dos de sus libros: “Cuando los mundos chocan” y “The Savage Gentleman”.


En Gladiator, la historia que desarrolla Wylie comienza con un científico obsesionado por sus teorías de “modificación genética”, que acaba utilizando a la esposa embarazada (y por ende, a su propio hijo) como inusitada placa de Petri para probar esos conceptos. Este papel del padre, como representante de una ciencia capaz de cambiar la naturaleza de las cosas, sorprende por plantearse en un momento muy alejado aún del momento actual. Y tal y como lo plantea el autor, podemos aventurar que su postura era negativa al especular con la idea.

Quiero aquí añadir una reflexión personal. Se trata de la, a mi parecer, posible influencia psicológica del “Crack del 29” en el espíritu de la obra. A pesar de que esta es la única obra que he leído de Wylie, y aunque en las biografías se refieren a su tendencia a la polémica y al existencialismo, el impulso trágico que subyace en la novela sumado al patente descreimiento en la sociedad me empuja a pensar que no fue impermeable a la impresión que causó la crisis del 29 y sus consecuencias posteriores. Teniendo en cuenta que la obra se publica en 1930, no me parece que la idea de una “causa-efecto” sea un pensamiento peregrino.

Porque eso es algo que aparece a lo largo de toda la obra: un pesimismo trágico, encarnado en Hugo Danner. ¿O acaso puede haber destino más terrible que saberse elegido para un bien superior y ser incapaz de encontrar la manera de llevarlo a cabo? En ese sentido, y por no abandonar los símiles del comic-book, me recordó mucho más al temido y odiado Increíble Hulk. El peregrinar del protagonista le lleva de un lado a otro (de Colorado hasta New York, y de allí al frente de la Primera Guerra Mundial), siempre procurando ocultar lo extraordinario de su naturaleza y, al mismo tiempo, queriendo ser útil buscando una tarea que precise el uso de esos poderes sobrehumanos.

Lo que apena de modo especial al lector es ese descreimiento en el ser humano al que ya he aludido. Wylie no sólo no espera encontrar bondad en las personas, si no que incide en cómo la avaricia, la suspicacia o la simple ignorancia hace de cada uno de vosotros algo horrible. Y los casos en los que permite vislumbrar un poco de luz, son atajados por una nueva bofetada de pesimismo.

En resumen, Gladiator supone un hito muy especial en la literatura de ficción. Un precedente del arquetipo de superhéroes con tintes de tragedia clásica, en el que el autor se planteó cuestiones que ahora nos pueden parecer novedosos; muy especialmente ese sufrimiento al sentirse diferente y temer la reacción de los demás si desvela su secreto. Y con ese planteamiento pesimista, tan alejado de la norma habitual en estos casos, los aficionados al cómic deberían aprovechar la oportunidad para acercarse al texto.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Otros Autores: Oscar Bribián


Este mes toca presentar a otro compañero de editorial, si bien es posible que no se lo esté descubriendo a mucha gente. Oscar Bribián lleva desde el 2002 involucrado en la creación literaria, tocando casi todos los palos "de la profesión": escritor, articulista, director de publicación... además de haber practicado también distintos géneros.


Su última obra, "Raazbal", es una historia de fantasía épica. Pero puede no ser más que un hito en ese camino de diversidad que ha estado recorriendo desde que empezó a escribir. Desde luego, y a la vista de su capacidad para la experimentación, creo que será difícil que acabe encasillándose en un género. Y sin más preámbulos, ahí van sus respuestas al cuestionario del blog.

1. ¿Cuándo pensaste en publicar por primera vez?, ¿Qué te motivó a hacerlo?
Publicar, lo que se dice publicar con una editorial, no hace mucho tiempo. Busqué editoriales dispuestas a apostar por una novela de fantasía que había comenzado hace más de una década, y encontré a Grupo Ajec. Les envié el manuscrito y hubo suerte. La novela ha sufrido un pequeño retraso en su salida y ha sido publicada en 2010, se titula Raazbal. No ha sido el primer libro publicado, pero sí que fue el primer contrato editorial que firmé. Desde luego, el motivo de publicar está claro: llegar a más gente, no solo a tus círculos de amistades.

2. ¿Cómo ha sido hasta ahora tu experiencia en el mundo editorial?
Bastante aceptable. He recibido un buen trato de las dos editoriales con las que he publicado y la distribución ha sido satisfactoria según las expectativas de cada libro. No me puedo quejar, sabiendo cómo llueve ahí fuera en el mercado editorial.

3. ¿Dónde buscas la inspiración para tus obras?
No la busco. La inspiración debe encontrarte trabajando. Si tienes la cabeza pensando el 90% de tu tiempo en escribir y formular diálogos, historias, tramas, eres una auténtica esponja que puede obtener inspiración de casi cualquier cosa y en cualquier lugar.

4. ¿Cuál es tu medio favorito? ¿El relato o la novela?
La novela, sin duda. Me gusta documentarme y me gusta ahondar en la psicología de los personajes, mostrar una extensa ambientación y tramas complejas. El relato también me gusta, pero no es mi género predilecto. Prefiero las distancias largas.

5. ¿Cuánto te han influenciado tus estudios y /o tu profesión a la hora de escribir?
Los estudios muy poco… bueno, en realidad, como iba a la biblioteca en lugar de a clase, imagino que indirectamente me ha servido de mucho matricularme en la universidad. Pero reconozco que mis títulos, ligados al mundo económico, no tienen nada que ver con lo literario. El trabajo sí me influye, ya que soy policía y puedo imprimir un gran realismo en el género negro.

6. ¿No crees que actualmente se enfoca demasiado la carrera de escritor hacia la consecución del éxito editorial, sacrificando incluso la calidad literaria?
Cierto, de hecho, muchas veces, quien desea tener asegurada su carrera literaria, debe destinar muchos de sus esfuerzos hacia la literatura infantil y juvenil, mermando su tiempo para producir textos más maduros, o debe escribir sobre temáticas que venden más ejemplares por el impacto mediático.

7. ¿Tienes alguna rutina diaria para escribir, o te dejas llevar?
Me voy fijando objetivos y plazos. Anuales, mensuales, semanales e, incluso, diarios. De esta manera voy avanzando. Pero no me pongo por norma escribir un número determinado de horas diarias. Un día puedo leer todo el día o escribir 10 horas, y al siguiente no producir nada. Lo importante es que al cabo del tiempo estipulado se cumplan los objetivos. También depende de si estoy en una fase de documentación o de escritura, o en un lapsus de descanso.

8. ¿Hay algún manuscrito que guardes en un cajón porque aún no lo consideres suficientemente bueno?
Muchos. A veces pienso en reescribirlos, pero creo que las premisas son algo inmaduras, y prefiero centrarme en los nuevos proyectos, que hay muchos, y son más maduros, con menos tópicos.

9. Algo que puedas contar sobre tu último proyecto literario...
Hay varias vías abiertas. Ahora mismo, este mes he de terminar el guión para un cómic que estoy realizando con el dibujante Carlos Bribián (mi hermano), quien ya sabe lo que es publicar con editoriales multinacionales. He estado varios meses documentándome, porque era sobre la Guerra Civil española, nada menos.
Concretamente en lo literario, en octubre deberé decidirme por abordar una de tres novelas pendientes. Coinciden en que son de género negro, aunque más centrado en el lado de los delincuentes que en el policial.

10. ¿Qué libro rescatarías a toda costa de tu biblioteca?
El lobo estepario. Máxime si tengo en cuenta el valor intrínseco del libro, al ser un ejemplar intonso (es decir, virgen) de la primera edición en castellano.

11. ¿La última novela que has leído y recomendarías?
“Homenaje a Cataluña”, de George Orwell. Es una novela autobiográfica. Son increíbles sus vivencias en las trincheras aragonesas durante la Guerra Civil y su estancia en Barcelona. Una narración imprescindible.

12. ¿Con qué personaje literario te identificarías?
Ahora mismo con ninguno. Con Harry Haller durante bastantes años, sin duda, pero ahora no me veo reflejado en ninguno.

13. La pastilla azul hace que seas un Best-Seller mundial. La pastilla roja hace que te estudien en la escuela cuando pasen los años. Tú eliges....
Que me estudien. El dinero solo lo voy a aprovechar mientras viva. Pero que te estudien en la escuela… eso es lo más cercano a la inmortalidad. ¿Quién no cambiaría toda su fortuna por la inmortalidad?

14. Aparte de escribir, ¿practicas alguna otra disciplina artística?
Artística como tal no. Hace años dibujaba, por ejemplo, pero ya no. Tengo mis aficiones, pero artísticamente prefiero centrarme en escribir, es lo que se me da bien desde niño y lo que siento que debo desarrollar más, ya que es donde tengo mayor potencial.

15. ¿Algún sueño que te falte por cumplir, y puedas confesar?
Hay muchos sueños. Pero centrándome en el aspecto literario, desde luego me gustaría publicar mucho y seguir con buenas críticas, hasta llegar a ser una referencia para muchos lectores. El sueño de todo escritor, vaya.