lunes, 23 de mayo de 2011

Alcanzando la Zona Roja


Quizá deba explicar desde el mismo principio a qué Zona Roja se refiere el título del artículo (aunque considero suficientemente avispados a los lectores de este blog). Al hacerlo, pensaba en ese punto crítico de todo cuentarrevoluciones/ manómetros/ escala de radiación, marcada de vivo color rojo para que uno sepa que está llegando al límite.

Para mí, esa marca roja está apareciendo ante mis ojos a medida que se desgranan las hojas del calendario sin recibir una respuesta de las editoriales. A fecha de hoy, ya hace más de siete meses que empecé a tantear quien pudiera estar interesado en publicar mi última novela. Los últimos intentos van ya para cuatro meses...


Desde luego, no esperaba que haber publicado una novela me fuera a abrir de par en par todas las puertas. Pero después de las críticas recibidas por "El Secreto de los Dioses Olvidados", había tomado nota de los fallos para intentar que el resultado fuese aún más profesional. En comparación con la obra anterior, el trabajo de reescritura ha sido mucho más intenso y ha contado con un grupo de lectores/críticos que me fueron muy útiles. En definitiva, tenía la esperanza de haber presentado un trabajo mejor elaborado y con un aspecto más profesional.

Ya describí una vez esta espera como El castigo de Prometeo, y lo cierto es que no se me ocurre una tortura mejor (y eso que los griegos pensaron en algunas realmente buenas al imaginar su infierno) para describir esa sensación de impotencia mientras los días van pasando sin saber qué ha sido de tu manuscrito. Me temo que una buena parte de la culpa la sigue teniendo esta crisis y la corriente de precaución con autores nuevos que ha traído consigo. Aún así, cada vez que abro el correo electrónico cruzo los dedos esperando encontrarme con una respuesta. Incluso una negativa me tranquilizaría un poco, aunque sólo fuera por saber que alguien se ha leído el texto (por aquello de alejar de mi cabeza esa leyenda de que los manuscritos acaban en un pila, sin que nadie los toque más que para tirarlos a la basura).

Que conste que mantengo la esperanza de poder publicar la novela. Evidentemente se basa en una apreciación personal más que nada, con todo el peligro que eso tiene. Pero me gustaría que no quedase en saco roto todo el trabajo que me tomé en crear un mundo original, ni que se dejasen de conocer esos personajes a los que tanta vida intenté insuflar. Y, sobre todo, porque quisiera entregar la obra a quienes me leyeron y demostrarles que he cumplido mi promesa de crear algo mejor.

martes, 17 de mayo de 2011

And The Winners Were....


Ya anuncié tiempo atrás (casi dos meses) que me proponía colaborar en la campaña de ayuda para mantener a flote a Grupo AJEC. Una propuesta con la que pretendía "incitar" a los aficionados y así decidieran aprovechar la oferta de Raúl Gonzálvez, suscribiéndose para obtener descuentos en futuros estrenos y obras ya publicadas.

No conozco las cifras finales, pero todo apunta a que se consiguió alcanzar el objetivo previsto. Y puedo anunciar finalmente que los ganadores de un ejemplar de "El Secreto de los Dioses Olvidados", con una dedicatoria-felicitación del autor, han sido:

Julia Duce Gimeno (Zaragoza)
Pedro Escudero Zumel (Valladolid)
Luis Besa (Segovia)
Víctor Morata (Murcia)
Daniel Pérez Espinosa (Madrid)

Hubiésemos querido hacer este regalo a más suscriptores, pero resultaba imposible. En los próximos días se hará el envío, y espero que todos disfruten del éxito de la iniciativa mientras leen el libro (aunque aún no haya habido un anuncio oficial, creo que se puede ir afirmando que Grupo AJEC continuará con su actividad).

Por mi parte, muchas gracias por haber colaborado a mantener en pie una de las pocas editoriales que apuesta por los artistas noveles y espero que os siga sorprendiendo con cada uno de esos talentos que se atreve a publicar.

lunes, 2 de mayo de 2011

"La Guerra de las Salamandras" de Karel Capek


(Reseña previamente publicada en Melibro)

En 1936, Karel Capek acabó de publicar por entregas su novela “La Guerra de las Salamandras”. Serio candidato al Premio Nobel de Literatura, sin embargo las presiones del Partido Nazi Alemán en contra de su nominación hicieron que esta posibilidad se desvaneciera. ¿La razón? Basta una somera lectura de “La Guerra de las Salamandras” para saber qué impulsó esta inquina del gobierno alemán contra el escritor de origen checo: la sátira de Capek a la filosofía de la superioridad aria debió de escocer mucho en Berlín.

La novela, escrita en pleno apogeo del nazismo, no se limitó a criticar el peligroso ideario de Hitler y compañía. A lo largo de cada página, Capek hace uso (y abuso) del sarcasmo para, sin medias tintas, retratar las incongruencias de la sociedad mundial que le había tocado vivir. En ese sentido, alcanza niveles de surrealismo comparables con “El Napoleón de Notting Hill”.

La trama de la obra se resume con facilidad: el capitán de un barco mercante descubre (accidentalmente) la existencia de anfibios inteligentes, con lo que traba profundos lazos de interdependencia: ellos le proporcionan perlas y él les provee de herramientas (amén de los rudimentos de la civilización). Con el paso del tiempo estas “salamandras” pasarán a ser obreros-esclavos a lo largo y ancho del mundo, adquiriendo en el proceso conocimientos de todo tipo. Y cuando estalle el conflicto entre humanos y salamandras, los primeros descubrirán aterrados que han estado desdeñando una terrible amenaza.

Personalmente, me resulta curioso que el creador del término “robot” (del checo “robota”, trabajador) sea también el autor de un libro que acumula muchos de los tópicos sobre los conflictos con las Inteligencias Artificiales, a pesar de que las salamandras no sean técnicamente máquinas en rebeldía (a saber: mano de obra inteligente que es considerada no-humana, comprada y vendida como mercadería; la discusión de sus derechos comparados con los humanos; el uso de ese colectivo como fuerzas militares que luego se vuelven contra sus “amos”; la aplicación de la represión contra la humanidad según la lógica más fría…)

Aún así, el valor principal de esta novela radica en la forma de presentar un supuesto ficticio y desarrollarlo hasta el absurdo. Pero un absurdo fundamentado en la capacidad de la humanidad para moverse bajo los principios del individualismo, y en el cual se considera a las naciones como individuos, representándolos tal y como se comportaban en el incipiente siglo XX: cada una de las potencias mundiales reacciona ante la aparición de las salamandras según su idiosincrasia “natural”. Capek hace sangre una y otra vez con ese mundo industrial y mercantilista, que trata a la nueva especie con el típico paternalismo imperialista de los europeos con negros o chinos, sin contenerse a la hora de imaginar las circunstancias en que se explotaría a las salamandras (digno de mención es el apartado en el que relata los experimentos científicos a los cuales serían sometidas), siempre bajo ese distorsionado prisma denominado “el trato civilizado” que oculta el “todo vale” con el cual se abona el camino del progreso económico. Pero que, en este caso, está alimentando su propia destrucción.

Y finalmente, embebida de ese discurso hipócrita, la rebelión de las salamandras se alzará apoyada en los más fríos valores de la raza que los sometió.