jueves, 15 de noviembre de 2012

El lenguaje del terror

Hace unos días me resultó curioso el comentario que me hicieron en el foro Abretelibro!. La observación, que vino de parte de una persona con quien he coincidido en todos (o casi) los concursos del foro en los que he tomado parte, me decía que nunca había visto ningún relato mio que tuviera tintes de terror. Y su observación me hizo darme cuenta de que, en efecto, así era.
Lo que me llama la atención de esta historia es que el terror, de un modo u otro, acabó apareciendo en las novelas que he escrito. Y este año, igualmente, ha sido pródigo en relatos con un marcado tono tétrico (para muestra, ningún botón mejor que "La Vieja", mi contribución al "Libro de los Monstruos"). Pero, sorprendentemente, después de tres años presentando cuentos en Abretelibro!, es justo esa la faceta de mi estilo a la que no he recurrido jamás.
Y todo esto ¿por qué? Pues porque en el foro se ha convocado un concurso de "Navidades Terroríficas" y, aunque desde el verano me he estado dedicando a escribir una serie de relatos con un elevado componente de "desasosiego", nunca he tenido muy claro en qué categoría del terror me puedo ubicar.
Vayamos por partes. Mi primer contacto con el terror debieron ser un par de malas experiencias infantiles con casas viejas y cementerios (a resultas de lo cual, es fácil imaginarse mi escasa afición por las películas de casas encantadas/poseídas/malditas). De hecho, tras la angustia de seguir al personaje de "La historia interminable" (en la segunda mitad, se entiende), mi único trato con el terror escrito fue "El corazón delator" de Poe hasta que me atreví con Stephen King. Para un entusiasta de los X-Men, las novelas de "Carrie" y "Ojos de Fuego" suponía encarar una versión hardcore de ese mundo de mutantes con poderes. La madre de Carrie y el asesino profesional de Ojos de Fuego eran malvados a más no poder y, sobre todo el segundo, eran personas con quien uno no quería cruzarse por la calle. Eso, sin contar la capacidad de King para que empatices con unos protagonistas bastante maltratados por la sociedad. Después llegarían a mis manos "La zona muerta" y "La larga marcha", que igualmente me pasmaron por su capacidad para mantenerme en tensión y esos héroes que no tenían ninguna vocación de salvadores.


(imagen de Sanchiko)
Más tarde, mi afición rolera me llevó hacia H.P. Lovecraft. Así que empecé a bucear entre los horrores de los mitos de Cthulhu, donde abrir la puerta de un sótano o un simple diario podía significar el enfrentarse a horrores inimaginables. En esas páginas me empapé del espíritu del terror gótico, al cual recurrí en mi primera participación "seria" para un concurso literario (allá por el 97, un siglo atrás). Y, finalmente, tras unos escarceos con Koontz, he seguido probando de forma puntual a otros autores. Lo cual, me parece, deja claro que nunca he sido un gran seguidor de la literatura de terror (sobre todo, si lo comparamos con el volumen de lectura de fantasía o ciencia-ficción).
Aún así, haciendo un análisis introspectivo, no puedo negar la influencia de esas lecturas a la hora de dar forma a mis criaturas más aterradoras. En primer lugar, me encantan los lugares que sugieren en sí mismos la proximidad de la muerte. Suelo recurrir a cementerios, casuchas, pasajes lóbregos... todos ellos muy clásicos (por no decir tópicos). Después, y cada vez más, prefiero sugerir cosas a mostrar cosas. Quizá sea un eco del terror infantil al estar solo en un sitio desconocido, pero me parece que no hay nada peor que creer que hay algo donde obviamente no debería haber nada. Que no necesitas un monstruo porque, a veces, basta con la insinuación de una presencia monstruosa (el relato "La vieja" juega mucho con esa idea). Para esto, también juego con un elemento "manido": reducir la vista y la percepción del narrador a lo que puede (o cree) ver el personaje. El único recurso que puedo concebir para que el lector sienta eso que le quiero transmitir. Aquí, además, se impone jugar con el vocabulario relacionado con los sentidos (una tarea que, personalmente, hay ocasiones en las que resulta muy frustrante) y de encontrar la manera de "sacar al lector de su zona de confort". Algo aún más complicado todavía porque, como para todo, he acabado por descubrir que a cada lector le gusta que le pongan los pelos de punta con cosas diferentes.
Lo cual me conduce, de forma directa, a que mis monstruos provengan con asiduidad de lo sobrenatural (quien haya leído "El Secreto de los Dioses Olvidados" lo debe de tener muy claro). Acostumbran a ser criaturas inhumanas en sí mismas (herederos de los "mutantes" del primer King, o de los seres alienígenas de Lovecraft), pasando por espectros y pesadillas oníricas. Pero, al mismo tiempo, me temo que me han hecho especializarme demasiado. Así que, aunque puedo dar forma a un personaje malvado sin problemas, nunca imagino a una persona normal como un monstruo (lo cual me aleja de envidiables creaciones como Hannibal Lecter, por ejemplo). De forma que, con la apropiada ambientación, me veo muy capaz de crear un thriller sobrenatural sin problemas (o una saga de aventuras con tintes de terror), pero no estoy tan convencido de poder obligar al lector a encender las luces del pasillo camino de la cama...
Los que me habéis leído alguna vez... ¿qué opináis? ¿entraría en alguna de las categorías del terror?







2 comentarios:

  1. Es curioso, mi primer contacto con el terror fue de la mano de Poe, pero en mi caso me fascinó de tal manera que devoré sus dos tomos de relatos extraordinarios. Como tú después caí en las garras de Stephen King, y lo primero que leí también fue Carrie, esa novela que el autor desechó creyéndola malísima y su esposa rescató de la papelera.He pasado por muchos autores de terror y mira por donde ahora ando con Lovecraft, que para mi era una gran asignatura pendiente, ¿y sabes Kharonte?¡me está encantando!
    uhmmm, no sé. Yo si que creo que dentro de una persona puede dormir una fiera aletargada, sí, creo que todos llevamos un monstruo dentro que se pasa la vida hivernando, hasta que..., jaja. No sé, busca dentro de ti aquel terror que mejor se ajusta a tu estilo. A mi me gusta mucho más sugerir.
    Por cierto, soy Berlín. Un abrazo.

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    1. Hola, Berlin, encantado de recibirte en el blog!!
      Que conste que tampoco es que me obsesione con mis "limitaciones" en el género. El artículo me ha servido para repasar las influencias que yo mismo puedo identificar, y constatar algunos "vicios", como esa especie de necesidad de que comportamientos atroces se deban a una naturaleza no humana.
      Saludos, y espero leerte más por aquí!!

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