miércoles, 1 de octubre de 2014

Autores Acrónicos: Eduardo Vaquerizo

El autor que honra este mes la sección de entrevistas de Parrafos Perturbados es Eduardo Vaquerizo. Personaje con todas las implicaciones de la palabra en lo que se refiere al mundo de la ciencia ficción, porque posee una de las trayectorias más dilatadas que conozco. De hecho, y según la Wikipedia, ya andaba recogiendo premios (Ignotus y Domingo Santos, por ejemplo) cuando un servidor aún no escribía más que redacciones para el profe de turno. Además, he tenido durante este año el gran gusto de conocerle y tratarle en persona, y me alegra haber tenido la oportunidad de compartir espacio en Ácronos.
Aunque su última obra en publicarse ha sido Tres Motivos Para Morir en Madrid, quizás os suene su nombre por las muy premiadas Danza de Tinieblas y La Última Noche de Hipatia. Y, por experiencia personal, también os animo a acudir a cualquier evento en el que vaya a contarse con su presencia. Porque es de esas personas de las que se aprende algo, por poquito que sea, cuando se le oye hablar. Además de que resulta casi imposible aburrirse si él está presente. Y ya, sin más dilación, pasamos a la entrevista. Para saber más sobre él, como siempre, acudan a su blog. 1. Cuando pensaste en publicar por primera vez, ¿Qué te motivó a hacerlo?
La insensatez. Era joven y creía en la mística del escritor. De mayor, ya descreído, persigo con un puñal a mi voz interior que me dice que publicar es la caña. Aún no la he acorralado convenientemente, pero ya la pillaré ya. Es broma. Publicar es como alcanzar una meta, subir un escalón más en la “carrera” de un escritor. Pongo las comillas porque posiblemente haya tantas definiciones de ese término como escritores. Cuando comenzaron publicarme algún texto el acceso era mucho, mucho más difícil y los filtros más arduos. Eso era bueno porque, si lograbas acceder a una editorial o revista de prestigio, sabías que habías hecho algo bien, progresabas. Ahora llegar a ver tu texto impreso (o digitalizado) es más sencillo. No es que eso sea malo, me parece estupendo que existan miles de editoriales y que se pueda uno autopublicar, pero eso obliga al escritor a buscar otros criterios para la evaluación de sus textos, lo hace un poco más complicado medir tus progresos. Y, créeme, eso es fundamental. Es muy fácil enamorarse de un texto defectuoso y no ver sus verrugas y sus malos hábitos. Lo sé porque me ha pasado. 2. ¿Cómo ha sido, hasta ahora, tu experiencia en el mundo editorial?
Buena, aunque tampoco tengo una carrera editorial muy larga. Lo mejor de acceder a una editorial es, con diferencia, la eficacia de los editores que seleccionan los textos, de los correctores, maquetadores y demás. En algunas, además, te pagan, que no es mala forma de incentivarte a seguir escribiendo y mejorando. Curiosamente, mis mejores experiencias editoriales no siempre han sido con editoriales grandes, a veces las pequeñas le dan un amor y un oficio a su trabajo que lo engrandece. No todo han sido rositas, claro. Algunas editoriales con las que he trabajado han mostrado poco respeto por el trabajo bien hecho. Otras poco respeto con las ventas de un autor pequeñito como yo. No soy un superventas, eso no es un secreto, cosa que te deja en una situación incómoda en una editorial enorme, que mide los éxitos por cientos de miles de ejemplares vendidos. 3. ¿Dónde buscas la inspiración para tus obras?
Me alegro que me haga esa pregunta. Ni idea. Dentro de la cabeza supongo que tendré un montón de iteraciones cuánticas raras que, combinadas con el impacto aleatorio de alguna partícula de alta energía, logre eso, una idea. Lo normal es que cuando me siente a escribir no tenga ninguna, o solo un germen pequeño, inane, un bichillo de idea que apenas respira. Luego, con el sonido de la tecla, parece que las ideas se animan a salir en desbandada y, a veces, tengo que pararles los pies y decirles a alguna de ellas. “oye, no te da vergüenza salir e intentar colarte en el texto, con esa pinta” No me suelen hacer caso. 4. ¿Cuál es tu medio favorito? ¿El relato o la novela?
Siempre había sido un escritor de cuentos y cuentos no muy largos. Me horrorizaba la extensión de novela, tantas palabras y páginas que controlar, argumentos, personajes, tensión. Primero di el salto a la novela corta y luego, con Danza de Tinieblas, a la novela larga. Bueno, para los estándares actuales, medio larga. Tanto me he hecho a ello, que ahora me es difícil lo contrario, escribir cuentos cortos. Enseguida me enrollo y se me van a las veintemil palabras. Me pasó con el cuento que aparece en Más allá de Némesis. Quería que fuera de cinco mil palabras o así y se me fue a las quince mil sin darme ni cuenta. Ahora mismo, me encuentro más cómodo en las extensiones largas, aunque me hagan sufrir de impaciencia. Es mi mejor defecto, no tengo paciencia, me aburro enseguida y quiero cambiar de proyecto enseguida, por lo que concentrarme en una novela, se me convierte en un esfuerzo notable. 5. ¿Cuánto te han influenciado tus estudios y /o tu profesión a la hora de escribir?
Memos de lo que la gente piensa. Al ver mi carrera y mi profesión, siempre me colocan en el lado hard del género. En realidad he escrito muy pocos cuentos hard. Stranded es hard, Rax podría serlo, definitivamente La Última Noche de Hipatia no. Y las novelas steampunk tampoco son muy hards, aunque sí procuro que la ciencia que sale en mis escritos sea sólida. Incluso en el cuento de la antología, me he resistido a poner un motor de éter y lo he cambiado por otra cosa. Y las naves que salen son bastante hards, dentro de que alguna de ellas es de madera. Supongo que la influencia mayor es la necesidad de coherencia, aunque no estoy seguro si viene de ahí o es algo consustancial al género, o géneros. Sea fantasía desbocada o ciencia ficción más o menos hard, necesito que las premisas sean coherentes y que se mantengan en la narración. Más que un escritor muy cientificista o tecnológico, a lo Egan, no me gusta hacer de la idea, la trama tecnológica, el centro de la narración, pero sí que en la periferia se respeten las leyes científicas. Vamos que lo que soy es un escritor respetuoso del propio orden establecido en los mundos creados.
6. ¿Cuál fue tu camino para llegar al Steampunk?
Claramente la diversión. Y un elemento que estimo esencial en los retrofuturismos: la añoranza de un positivismo a ultranza, de un futuro luminoso al que correr con los brazos abiertos. Desde que dimos la espalda a la exploración del espacio, se acabó, la tecnología da miedo, no crea expectativas de un mundo mejor. Creo que es un error y que volveremos a estimar la ciencia y la técnica en lo que valen, que es mucho. Mientras, especulemos con otros futuros que no han sido. Mi camino al Steampunk fue literario y no a través de Sterling y los otros, ni de películas o cómics, que conocí después, sino de Pavana, de Keith Roberts, un libro magnífico dónde hay locomotoras de vapor que se mueven por los caminos, dónde España ha conquistado Inglaterra y la ha hecho católica y más cosas maravillosas y chocantes. Llegue al steampunk cuando era tan poco conocido que lo llamaban ucronía, que también es, claro. 7. ¿Tienes alguna rutina diaria para escribir, o te dejas llevar?
Tengo una rutina sí, releer lo escrito el día anterior y corregir algo y luego darle a la tecla hasta alcanzar una cifra de palabras razonable. La hora, hora y media que me deja la niña y las cosas que hacer de la existencia mundana familiar, me dan para unas mil palabras, a veces algo más, dos mil si tengo algo más de tiempo. Lo más importante, he descubierto, es escribir todos los días. Es como un entrenamiento, si lo dejas de hacer, luego volver a recuperar el tono se hace muy duro. Ah y el chocolate de almendras del Lidl. Antes era una copita de oporto o de Mac Allan, pero eso a diario se hace muy cuesta arriba. Me avergüenzan un poco mis drogas, comparadas con las de otros como Dick o Bukowski la verdad. 8. ¿Qué se van a encontrar los lectores cuando lean tu relato en Acronos 2?
Un relato divertido y desenfadado, canónico dentro de los límites del género, un cuento de aventuras, de barcos reconvertidos en naves espaciales, de persecuciones, peleas y grandes conspiraciones desveladas. No he querido salirme está vez de los límites del Steampunk y he manejado la subversión —si no se pulsan los límites de alguna manera, no es divertido— de otro modo. Los lectores juzgarán. Al menos espero que pasen un buen rato leyéndolo. 9. Algo que puedas contar sobre tu próximo proyecto literario...
En estos momentos estoy corrigiendo una novela de Ciencia Ficción de futuro cercano, muy emparentada con el ciberpunk clásico al que he mezclado con un Apocalipsis que, está vez, no es zombi. Ha sido un proyecto curioso, surgió como una idea sencilla y se ha vertebrado y ha adquirido densidad a través de la protagonista, un personaje de esos que crecen solos y que casi se te escapan de las manos y hacen lo que les da la gana. Es, igual que en el cuento de Acronos 2, una mujer. Debería considerarlo, desde La última Noche de Hipatia me estoy aficionando a escribir con mujeres como protagonistas. Creo que dan una dimensión a las historias de Ciencia Ficción que me resulta interesante explorar. Es como si, visto a través de los ojos de ellas, los argumentos y métodos de la CF se vieran de otra manera más fresca e interesante. 10. ¿Qué libro rescatarías a toda costa de tu biblioteca?
¿Uno solo? como decía aquel memorable personaje de El hombre tranquilo cuando le ofrecían agua “ni los Borgia eran tan crueles”. Sería difícil elegir un libro; durante un tiempo mi libro preferido fue El señor de los anillos. Durante otro periodo, lo fue Regreso de las estrellas de S. Lem. Por periodos, he tenido muchos libros preferidos, pero ninguno ha aguantado en el podio por siempre. Creo que mi mejor elección ahora mismo sería el libro electrónico, dónde tengo unas cuantas novelas por leer que me interesan mucho.
11. ¿La última novela que has leído y recomendarías?
La Canción Secreta del mundo. Cotrina era ya grande, pero se está volviendo un gigante. Incluso ahora me parece hasta más guapo y todo :) No es la novela que más me ha gustado de él. La saga de la Luna Roja tiene unas dimensiones épicas y de calidad apabullantes. La canción Secreta, es un libro que se disfraza de fantasía urbana juvenil para pegarte más duro y fuerte. Tiene un calidad literaria muy alta. Lo recomendaría a todos los aficionados a leer libros de calidad y que no tengan miedo a mancharse los ojos de la sangre y la intensidad que salpica de la novela. 12. ¿En qué personaje literario te reeencarnarías?
Esa es fácil. Dios. Sería genial aparecerse en sueño a algún obispo casposo o político meapilas. Además, luego me suicidaría de un modo que no dejará abierta la posibilidad de ninguna religión más. Sería genial. 13. ¿Edición tradicional, o edición digital?
La edición digital es el futuro sin duda alguna. Es probable que ya sea también el presente y la industria editorial aún no se haya dado cuenta. Hace ya algunos años, posiblemente una década, que la mayor parte de los registros de nuestra civilización son electrónicos. ¿Por qué los libros no? algunas razones tecnológicas hay y, sobre todo, culturales. Sospecho que cambios como el del papel al ebook son generacionales, más por la parte industrial que por los consumidores, mucho más ágiles que la industria y que, incluso, los escritores. 14. Aparte de escribir, ¿practicas alguna otra disciplina artística?
El malabarismo presupuestario se practica mucho en casa, sí. No, por desgracia no lo hago, y no por falta de ganas. No tengo tiempo para desarrollar alguna habilidad que no sea a un nivel vergonzante. Me gustaría saber tocar bien la guitarra, dibujar, hacer portadas e ilustraciones y cocinar como Ferrá Adriá, pero me quedo en aficionado torpe. Si me preguntas, de todas esas disciplinas artísticas, la que más me hubiera gustado desarrollar es la de ser guitarrista de un grupo de blues y tocar en bares llenos de gente bebiendo cerveza. 15. ¿Algún sueño que te falte por cumplir, y puedas confesar?
Me gustaría escribir mejor, escribir como Borges, como Cortazar, como Lem, como Ballard, todos ellos a la vez y encima, ser divertido y friki y... bueno, no son sueños muy realizables, pero está bien soñar.

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